Heiko Prümers, investigador del Instituto Arqueológico Alemán, impartió días atrás una conferencia sobre el paisaje urbanístico de la cultura prehispánica Casarabe en la Universidad Autónoma del Beni José Ballivián (UABJB). En el evento, organizado por CIBIOMA, el investigador comentó los recientes hallazgos arqueológicos en los Llanos de Moxos logrados con apoyo de la revolucionaria tecnología Lidar (Light Detection and Ranging) que están cambiando la percepción que se tenía sobre la complejidad y extensión de las sociedades amazónicas prehispánicas.

El etnógrafo sueco Erland Nordenskiöld fue uno de los primeros en investigar los asentamientos de las tierras bajas de Bolivia a principios del siglo XX. Décadas después, entre 1977 y 1979, una misión del Museo de La Plata (Argentina) dirigida por del Dr. Dougherty y Horacio Calandra retomó la exploración de estos asentamientos. Casi de manera simultánea, en los 80, Kenneth Lee quedó fascinado con las obras hidráulicas de los Llanos de Moxos, lo cual lo impulsó a consagrar gran parte de su vida al estudio de los sistemas agrícolas desarrollados por las culturas prehispánicas. Otro investigador destacado fue William Denevan, quien, en palabras de Prümers, desarrolló “uno de los estudios sobre el período prehispánico del Beni más completos hasta ahora”. Clark Erickson tomó la posta de Denevan y se la pasó a John Walker.

Pero estas primeras indagaciones, explica Prümers, no llegaron a visualizar la envergadura y complejidad de las culturas prehispánicas, “porque se limitaron a pequeños cateos”, a temas aislados como los camellones antes que a toda la cultura detrás de los asentamientos. Situación que sin embargo está cambiando gracias a nuevos estudios y a la introducción de la innovadora tecnología Lidar en el ámbito de la arqueología. Esta metodología utiliza rayos infrarrojos para relevar lo que se encuentra debajo de los bosques y la cubierta de los suelos, identificando “las modificaciones antrópicas”. Aprovechando la presencia de Prümers en Trinidad, WCS conversó con el arqueólogo alemán sobre la historia de esta apasionante investigación y lo que resta por indagar.

Gonzalo Jordán Lora (WCS) / ¿En tu conferencia haces referencia al paisaje urbanístico de la cultura Casabare, en qué región de los Llanos de Moxos y en qué periodo se desarrolló esta cultura?

Esta cultura se desarrolló en el sureste de los Llanos de Moxos, en la región que queda al sur de Trinidad y al este del río Mamoré, grosso modo. Es la región donde se encuentra lo que se conoce como las lomas, los asentamientos arqueológicos más prominentes prehispánicos, que datan más o menos entre los años 500 y 1400 d.C. Todos estos asentamientos corresponden a una sola cultura, a la que hemos denominado Casarabe, por el nombre del pueblo más cercano a los sitios que hemos estudiado. Es una costumbre en arqueología utilizar el nombre de un pueblo actual que está cerca de la cultura investigada para designarla. Respecto a la palabra Casarabe, se trata de un vocablo indígena que hace referencia al líquido espeso que se obtiene cocinando la mandioca (yuca).

¿Cómo fueron las primeras investigaciones que realizaron en aquel lugar?

Las primeras excavaciones se remontan a 1999. Aquel año, Ricardo Bottega nos guio hasta el asentamiento conocido como Loma Mendoza y durante cuatro años excavamos aquel lugar. Posteriormente continuamos las excavaciones en la Loma Salvatierra, a unos tres kilómetros al noroeste del sitio anterior. Allí trabajamos otros tres años. En ambos sitios encontramos un montón de cerámica, gran parte de ella ricamente elaborada y decorada, así como artefactos elaborados a partir de huesos de animales, tumbas, restos óseos y otros vestigios muy llamativos.

¿Cuáles han sido los hallazgos más importantes que han encontraron hasta ahora?

Esto depende del punto de vista de los especialistas. Para un arqueozoólogo, lo más importante serían los huesos de animales que hemos encontrado. Para los especialistas en restos óseos humanos, serían los esqueletos hallados en las tumbas. Es difícil decir qué es lo más relevante, porque todo contribuye al cuadro general, a la imagen final que estamos configurando de la cultura Casarabe. Pero me imagino que te refieres al hecho de que los resultados nos permiten inferir que ya no estamos hablando de una sociedad formada por pequeñas aldeas, sino de una cultura que llegó a crear ciudades bastante extensas. Y eso, por supuesto, es un cambio enorme en cuanto a nuestra percepción de las culturas que se han asentado en lo que hoy se considera como la cuenca del Amazonas.

¿Estamos hablando de un cambio de paradigma respecto a las categorías utilizadas para referirse a las sociedades prehispánicas que habitaron en la Amazonía?

Efectivamente. Durante décadas se afirmó que en la época prehispánica la Amazonía occidental estuvo escasamente poblada. Algunos investigadores, como Betty Meggers, afirmaban que se trataba de una región en la que se no podían desarrollar sociedades complejas, porque los nutrientes de los suelos eran muy pobres. Pero paulatinamente se han encontrado hallazgos que contradicen esta hipótesis, como las llamadas ciudades jardines (city gardens) en el Alto Xingú. En el Acre también se descubrieron interesantes asentamientos prehispánicos con zanjas cuadradas o circulares a los que, sin embargo, se les atribuye un carácter más bien ceremonial. Ya en los 80 empezaron a surgir investigadores como Anne Roosevelt que afirmaban que en la Amazonía sí hubo culturas complejas y grandes ciudades en la época prehispánica. Pero en este entonces faltaron las evidencias para demostrar este postulado. Ahora sí sabemos que en los Llanos de Moxos efectivamente se lograron crear asentamientos extensos, verdaderas ciudades, asentamientos de sociedades muy complejas, sin ninguna duda. Y eso sí que es un salto sustancial en el conocimiento.

¿Cuál ha sido la importancia del empleo de Lidar en este salto sustancial de conocimiento?

Gracias a las excavaciones e investigaciones que empezamos en 1999 logramos identificar cerca de 200 grandes sitios monumentales (conocidos localmente como “lomas”), varios sitios más pequeños y cerca de 1.000 km de canales y calzadas de esta cultura. También se logró determinar que estas estructuras funcionaron como centros ceremoniales y sitios residenciales durante todo el año por personas que desarrollaron diversos cultivos, entre ellos el maíz (su principal alimento). A pesar de estos avances, solo se tenía una visión parcial y limitada del alcance de estos asentamientos debido a las restricciones logísticas de cartografiar en ambientes boscosos tropicales. Limitación que sin embargo está cambiando gracias a la aplicación de Lidar en la investigación arqueológica.

A partir de 2005 aproximadamente se introdujo esta nueva tecnología. Con esta herramienta, en octubre de 2019 escaneamos seis grandes áreas en torno a los principales asentamientos Casarabe, cubriendo un total de 204 km2. En la década del 2000, con los métodos tradicionales solo se llegó a cartografiar 0,8 km2 en tres años de trabajo. Es decir que esta tecnología representa una ventaja de 75 temporadas. Con el método anterior, no hubiéramos podido completar el trabajo que hoy se realiza en un año ni teniendo dos vidas laborales.

¿Qué resta por investigar sobre estos grandes centros prehispánicos?

Falta mucho, estamos recién al comienzo. Hemos hecho excavaciones en dos de estos sitios, hay excavaciones en un tercer sitio realizadas por el equipo de argentinos en 1978-1979, pero en general se sabe muy poco sobre estos sitios que ahora han hecho tanto furor. Lo que conocemos hasta ahora es su existencia, su forma, su extensión, pero todavía sabemos muy poco sobre la gente que vivía ahí y cómo era su sistema jerárquico.

Lo que sí sabemos, por el tamaño, es que hay algunos asentamientos que son realmente enormes, asentamientos de más de 300 hectáreas. Una extensión que hasta en Europa en aquella época correspondería a ciudades muy grandes. Por ejemplo, si hablamos de 173 ciudades europeas del siglo XIII aproximadamente más de la mitad tenían menos de 100 hectáreas; y otras 27, menos de 200 hectáreas. Y en los Llanos de Moxos había por lo menos dos ciudades con casi 300 hectáreas de extensión, y otras dos que tenían 180 h aproximadamente.

Para cerrar, ¿qué le dirías a los ciudadanos y autoridades del Beni sobre la importancia de estos asentamientos?

Les diría que en el Beni no existen más de 20.000 sitios arqueológicos, como alguna vez Keneth Lee señaló, son muchos menos, unos 400, 500 a lo sumo. Y hay que proteger estos asentamientos, porque, al igual que los jaguares y muchas otras especies amenazadas, están en riesgo de extinción. Hoy tenemos mapas de 50 de estos sitios aproximadamente, y podemos apreciar que muchos de ellos han sido severamente dañados por el empleo de maquinaria pesada para la habilitación de tierras agrícolas y de pastoreo. Muchos de los terrenos alrededor de las lomas están destruidos. Y esto constituye un gran perjuicio, porque, como mencionaste antes, la interconexión de estos sitios se expresa a través de canales, terraplenes y otras edificaciones que cruzan las pampas. Y necesitamos estas huellas para interpretar la relación que hubo entre los diferentes asentamientos, para entender/reconfigurar el sistema cultural que había en los Llanos de Moxos en la época prehispánica. Pero lamentablemente estas huellas están siendo destruidas con maquinaria pesada y corren el riesgo de desaparecer. Se trata de una amenaza cierta y nociva que los actuales pobladores deberían considerar.

Animación en 3D del asentamiento Cotoca, cultura Casarabe © Heiko Prümers  / DAI