Los Llanos de Moxos constituyen el complejo de humedales y sabanas más extenso de la Amazonía, con una superficie de 121,831.65 km². La pampa beniana es atravesada por los ríos Beni, Mamoré e Iténez que forman el río Madera, la cuenca más importante de la Amazonia, drena el 20% del territorio y contribuye con el 50 % de los nutri-sedimentos. Los Llanos de Moxos son únicos debido a su condición transicional entre los Andes, el Cerrado y la Amazonía.
Es una llanura de inundación crítica para el balance y la dinámica hídrica de la cuenca amazónica. Anualmente se caracteriza por ciclos de inundaciones (de noviembre a marzo) y de sequías el resto del año. Los bordes entre las sabanas y los bosques son hábitats especiales que albergan gran diversidad de flora y fauna. Destacan especies endémicas como: la paraba barba azul (Ara glaucogularis) y los lucachis endémicos (Plecturocebus modestus y P. olallae), así como especies emblemáticas de la fauna boliviana: el bufeo (Inia boliviensis), el jaguar (Panthera onca), el borochi (Chrysocyon brachyurus), el ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus), la gama (Ozotocerus bezoarticus) y el oso bandera (Myrmecophaga tridactyla). Los Llanos de Moxos se caracteriza también por su diversidad de peces, anfibios y reptiles, y por ser un lugar crítico para la migración de 12 especies de aves playeras del hemisferio occidental.
La presencia humana en los Llanos de Moxos se remonta a 10 000 años, época de los cazadores y recolectores. Al menos desde el 400 d.C, allí florecieron complejos culturales precolombinos, cuya impronta es visible hasta hoy en el paisaje en forma de grandes montículos, extensas plataformas elevadas de cultivo, sistemas de manejo hidráulico compuestos por terraplenes, canales y diques. Estas modificaciones físicas y biológicas dieron lugar un paisaje biocultural. La región fue asimismo un centro importante de domesticación de plantas, como calabazas, mandioca y maíz desde hace 18.500 años atrás. Los pueblos amazónicos de esta llanura mantuvieron relaciones de intercambio con otros pueblos del continente, incluyendo los Andes
Entre los siglos XVII y XVIII, se establecieron las misiones jesuíticas en Loreto, Trinidad, San Ignacio, San Javier, San Pedro, Santa Ana, San Borja, Reyes, Exaltación, San Joaquín, Magdalena, Concepción de Baures con varios pueblos como los moxeños, canichanas, movimas, maropas, cayubabas, itonamas, baures, lo que supuso transformaciones culturales pero al mismo tiempo mantuvieron mucho de sus rasgos ancestrales. Otros como los sirionós y t’simanes conservaron su autonomía hasta el siglo XX.
Los Llanos de Moxos concentran una diversidad lingüística de importancia mundial, basada en lenguas indígenas aisladas, únicas. Actualmente, la mitad de los 36 pueblos indígenas de Bolivia se encuentran en el departamento del Beni y los Llanos de Moxos. A través de sus conocimientos y estrategias de vida, estos pueblos lograron una convivencia armónica con su entorno natural. Encontrar un balance entre la conservación de los valores bioculturales y el desarrollo es el mayor desafío en este paisaje único y mágico.